jueves, 12 de octubre de 2017

Gudelia



Raúl Alburquerque
(Foto del autor)


1     
Nunca fue del agrado de mama, pero Gudelia paso a convertirse en un miembro más de la familia desde que la encontré aquella mañana, escondida bajo el cárter del motor del auto, aquel añorado Maverick modelo 72 azul metálico que aún sigo recordando por tantas e inolvidables noches de juerga a las que me acompaño.
Aquel día salí  temprano, era una mañana fría de invierno del mes de febrero, el viento silbaba y nada bueno presagiaba, en jornadas así, el trabajo escaseaba y la estancia, durante todo el turno en la planta era más que tedioso, pero aun así teníamos que cumplir rigurosamente con las horas establecidas en el contrato, contábamos las horas para volver a ser libres.
Busque en la bolsa del pantalón la llave para abrir la portezuela y echar a andar el coche, me senté pesadamente en el acojinado  asiento que a esa hora estaba tan helado como si hubiese estado a la intemperie, prendí el stereo clarión para escuchar el cassette de Pink Floyd que desde la noche anterior había dejado en él, Confortably Numb comenzó a sonar y mi mente viajo inmediatamente a los recuerdos  de la pasada noche, viernes, habían sido unas horas memorables de rock y rones con refresco de cola, eche a andar el auto y en ese preciso momento pude escuchar el primer maullido, apenas perceptible por el ruido de la potentemáquina y el sonido de las bocinas, inmediatamente apague el auto y le baje el volumen al stereo que en ese momento tocaba wishyouwerehere, bajé y abrí apresuradamente el cofre, no había nada, quizás el maullido venia de alguna casa vecina, pensé, sin embargo no quise dejar nada ni a la suerte ni al destino, comencé a buscar, primero la cajuela, luego el asiento de atrás y  la guantera, al no encontrar nada, me agache para mirar hacia abajo del carro y fue cuando lo vi, un pequeño gatito, después supe que era hembra, de no más de un mes de vida, negra con algunas manchas blancas sobre el pecho, las patitas y la cola, sus brillante ojos se posaron sobre mi figura y amistosamente, como queriéndome decir algo espetó:
Miau……miau……miau
La quise tomar con mis manos para sacarla de donde estaba pero se echó para atrás, asustada quizás por el ruido del motor cuando había encendido el auto y mi repentinaaparición, pero disfrutando del calor que aún mantenía el depósito de aceite.
Quise agarrarla nuevamente y brinco hacia tras, entonces entre a casa y saque una tapa de un frasco de mayonesa con un poco de leche fresca, al olerla, comenzó a caminar hacia mí  y pude entonces cogerla con mis manos y comencé a acariciarla, con el fin de darle seguridad y confianza, la metí en casa y lo primero que escuche fue la voz de mama que decía:
–¿Adónde crees que vas con ese animal? A mí no me gustan los gatos, ya lo sabes, al rato voya tener que andar recogiendo pelos por toda la casa.
–No te preocupes dije, yo me haré cargo  de que eso no suceda, la voy a meter a mi cuarto y por la tarde cuando regrese veré que hago con ella, igual y la regalo a alguien que quiera tener un gato, pero ahorita ya me voy, se me hace tarde.
Mi hora de entrada era a las 8 de la mañana, apenas y me quedaban 15 minutos para realizar el trayecto que comúnmente hacía en poco menos de media hora, pero íntimamente pensaba que el retardo que tendría bien valía la pena pues había un nuevo inquilino en casa.

2
Así fue el inicio,  la promesa hecha de buscar un hogar que acogiera a ese cachorrito de gato quedó en el olvido, al regresar por la tarde lo primero que hice fue entrar a mi habitación y checar que estuviera bien, estaba echada en la cajita con el cojín viejo que le había puesto a manera de cama, me vio y comenzó a maullar y ronronear, para esto, en eltrayecto de regreso pase a comprar un poco de alimento para gato y lo puse en un plato que a dediqué a ella, comió con avidez y luego de terminar hasta el último pedazo de whiska se encaramo a mi cama en donde me encontraba descansando y leyendo unas páginas de una novela que la noche anterior había dejado inconclusa, acaricie su lomo y su lengua lamia mis manos con agradecimiento, fue el inicio de una larga relación.
Los siguientes días fueron de alguna forma diferentes, luego de llegar del trabajo, tomar una baño y descansar un rato, salía a la calle como lo acostumbraba casi a diario en busca de los amigos o para ir al cine,al teatro, salir con alguna amiga, o simplemente a recorrer las calles,  sin embargo, las tardes ya no eran igual, Gudelia,como le puse a la gatita me acompañaba en mis paseos vespertinos, se había ido acostumbrando a seguirme alsalir y subir al auto, se acomodaba en su cojín y se disponía a disfrutar igual de un buen paseo, era curioso ver como se estiraba en el vidrio de la portezuela y se dedicaba a mirar hacia las calles que íbamos recorriendo, quizás trababa de reconocer el lugar de donde había salido antes de llegar a casa, y se convirtió en un acompañante habitual y en amiga de todos los que la conocían.

3
Los años pasaron. Gudelia se convirtió en una hermosa gata y un buen día me di cuenta que su vientre estaba más crecido de lo habitual, seguramente sus correrías nocturnas habían dado fruto y estaba en espera de parir a su primera camada de cachorros de las dos que tuvo alo largo de su vida.
Cuando sus gatitos nacieron llenaron de momento de alegría a los miembros dela familia, pero al paso de tres o cuatro días nos dimos cuenta de la necesidad de buscarles un lugar en donde los acogieran, los dos negros con manchas blancas fueron aparar a la casa de una amiga que vivía en una casa cercana a la mía y a la cual le encantaban los gatos, al gato negro lo entregué a uno de mis amigos, y los dos parditos, hembras, aunque me costó  más  tiempo darlos en adopción encontraron finalmente acomodo en la casa de la amiga de una prima cercana.
Gudelia, los extraño al principio, me daba cuenta porque comenzó a deambular por la casa emitiendo un sonido diferente al habitual como si buscara algo, pero al cabo de una semana de haberlos entregado todo volvió a la normalidad, los paseos vespertinos volvieron a efectuarse.

4
Todo comienzo tiene un final, y con Gudelia no podía ser diferente, una tarde, de regreso de mi empleo, que para entonces era ya en otra empresa, y luego de algunos meses de haberla descuidado debido a que mi novia ocupaba la mayor parte de mi tiempo libre, llegue a casa y note de inmediato que mi gatita no salía a recibirme como lo hacía normalmente, más tarde llegara, pensé, pero no fue así, algunas noches las pasaba fuera de casa pero a últimas fechas ya no lo hacía de forma tan regular porque los años ya le estaban cobrando factura, sin embargo, supuse que quizás en un par de días regresaría nuevamente luego de haber disfrutado de algún desliz con los gatos que habitaban las azoteas de lacolonia, paso una semana y no regreso, me fui haciendo a la idea de que finalmente no retornaría, quizás había llegado a  otro hogar en donde se sintiera a gusto.
Una tarde, ocho años después de haberla hallado disfrutando del calor del coche volví a encontrarla, en un terreno baldío a unas seis cuadras de mi domicilio, pero en esta ocasión no hubo maullido de bienvenida, más bien era como si me hubiera guiado hasta ella de alguna otra forma, para advertirme que no debería ya esperar su retorno, quizás cuando presintió su muerte decidió ir a terminar sus días lejos, en donde no la viera pasar sus últimos momentos, para no provocar en mi la tristeza de verla morir, la tome en mis manos y la metí en una bolsa que conseguí en una tienda cercana, su cuerpo comenzaba a despedir el olor fétido de la descomposición, me dirigí a una arboleda cercana y ahí, ayudándome con una improvisada herramienta cave el hoyo en el cual, desde entonces, descansa en paz, esa fue la despedida.
Algunas tardes he regresado a ese lugar, que a punto esta de ser devorado por la mancha urbana, estoy unos momentos y me alejo, pensando en los momentos de alegría que supo darme, del cariño desinteresado que solo un animalito como ella sabe dar.

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